Nosotros

Frescos, equilibrados, de gran expresión e identidad mediterránea.
Así son las personas que forman el equipo que trabaja en las bodegas Miquel Oliver, ¡como el buen vino! Y es que Pilar (cuarta generación) junto con Jaume, su marido, son dos enólogos que han sabido rodearse de un equipo que forma una pequeña gran familia: una familia unida por la pasión por el vino.

Pilar Oliver

Pilar dirige, organiza, decide, inventa, comunica, viaja… y trabaja como la que más. Tiene don de gentes y de lenguas y gran pasión por todo lo que hace. La puedes encontrar supervisando la vendimia de la uva, elaborando el vino, dirigiendo una cata, diseñando un evento o con un grupo de visita, explicando la historia de las bodegas, con la misma ilusión como si fuera la primera vez. Dice Jaume que Pilar tiene el don de desdoblarse, una capacidad que explicaría que pueda acudir a ferias, hacer cursos, organizar cenas maridaje, elaborar vino: ¡y hacerlo todo (casi) al mismo tiempo!

Pero si realmente pudiera estar en varios sitios a la vez, intuimos que uno de ellos sería el mar, donde le gusta perderse al ritmo del Embat.

Porque está muy bueno y por diversas razones que ella misma os explicará, creemos que el vino mimado de Pilar es “Aía”.

Jaume Olivella

Que sus compañeros le hayan definido como “El hombre que susurraba a las uvas” dice mucho del sentido del humor que en las bodegas se respira. Pero también dice mucho de la dedicación que Jaume pone en el cuidado de la vid. Una atención y una paciencia sobre el detalle muy útil también en el laboratorio, su lugar preferido desde que estudiaba enología. Además de medir y analizar, hace equipo con Pilar a la hora de tomar decisiones durante todo el proceso de elaboración del vino. Pero hay algo que Jaume prefiere hacer en solitario: escaparse a la montaña, su gran afición. Ya sabemos dónde recupera esa tranquilidad tan necesaria.

Por ello es muy posible que “Mont Ferrutx”, uno de nuestros clásicos inspirado en una montaña emblemática, sea el elegido por Jaume para brindar.

Isabel Llabrés

La “loquita de las ideas” como Pilar le ha llegado a decir cariñosamente, es resolutiva, inquieta, alegre y creativa: tiene soluciones para todo. Y es que Isabel rebosa energía… ¡sólo de la buena! Además es detallista, divertida y con iniciativa. La ilusión y cariño que pone en todas sus visitas te atraparán. Cuéntale tú a Isabel que te gustaría celebrar que seguro que ella te va a sorprender con sus ideas y organización. Tiene don de gentes, de lenguas y palabras amables en cualquier idioma. Imposible no entenderse con ella.

No podemos evitar pensar que si fuera un vino, sería uno de nuestros rosados: “Alegría”

Margalida Bennàssar

La sonrisa es la carta de presentación de Margalida, que no sólo mantiene impecables las bodegas, sino que tan pronto improvisa un precioso centro de flores como prepara unas apetitosas tapas para un grupo, como embotella y etiqueta 1500 botellas de Aía. Y sin despeinarse. “La mami”, como cariñosamente la llaman es un todoterreno en las bodegas. Les hace a sus compañeros la vida más fácil y es imprescindible en el día a día.

Esa frescura que derrocha sin duda marida perfectamente con uno de los blancos emblemáticos: el “Muscat”

Joaquín Montserrat

De Joaquin dicen sus compañeros que “Todo lo que hace, lo hace bien”. Incluso sonreir y posar de la forma más natural (añadimos) en su tractor azul. Además, como buen “capataz” nada se le escapa. Porque tiene buen ojo y porque toma nota de todo tipo de detalles en su libreta. Conoce la tierra y las viñas como la palma de su mano: las cuida, las mima y las disfruta. Es su habitat natural. Allí le encontrarás siempre, labrando la tierra, anticipándose a cualquier problema.

Si te decimos que las iniciales de nuestro vino “qbq” corresponden a “Qué bo que és” entenderás por qué le identificamos con este vino.

Biel Roig

El habitat natural de Biel, este mallorquín tan familiar, discreto y apasionado del mundo del vino, es el campo. Sigue los pasos de Joaquín en el cuidado de la tierra, las viñas y la uva. Y como él, no se pierde detalle. A la hora de cuidar la tierra, mima la vid (casi) con el mismo amor y la misma atención que dedica a sus hijos y a su propia familia (¡numerosa, por cierto!)

Intuimos que “Son Caló”, uno de nuestros vinos más familiares, puede ser su preferido.

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